Es una franja de selva Pendemontana ubicada en el sudeste de la provincia de Jujuy. Ambientalmente conecta las Serranías de Calilegua y Santa Bárbara y el “Área con Potencial de Recuperación para el Yaguareté (APRY) Santa Bárbara – Maíz Gordo – El Rey”.
Estas selvas, al encontrarse en zonas planas y ser de alto rendimiento productivo han sido muy transformadas para cultivos industriales, principalmente caña de azúcar, por lo que se encuentra amenazada y su superficie disminuye día a día. Se suma a esto la escasez de áreas protegidas existente, y en los últimos años los incendios han dañado amplias superficies, muchas de las cuales se pierden para siempre.
Está atravesado de sur a norte por el caudaloso río San Francisco y numerosos cursos de agua, lagunas y bañados, entre los que resaltan las aguas termales de Caimancito. Su biodiversidad es sobresaliente, ya que al tratarse de un ambiente de transición entre el chaco y las yungas, cuenta con muchas especies de ambas ecoregiones y algunos endemismos, es decir, especies que solo se encuentran acá.
La falta de control ha generado también una presión de caza y desarrollo de ganadería extensiva bajo monte históricas, que han diezmado a los yaguaretés, contando apenas con un puñado de registros de la especie para las últimas décadas.
Sin embargo, el ambiente tiene todo el potencial para ser rescatado y recuperar a su casi extinto depredador tope. Para ello es necesario ordenar la ganadería y controlar realmente la caza.
Las zonificaciones de la Ley de Bosques también han sido, como ocurre en muchas otras zonas, poco respetadas y urge retomar el camino del cumplimiento de las leyes.
¿Qué consecuencias traería si este corredor se corta?
Casi con seguridad el yaguareté perdería 700 mil hectáreas de potencial territorio a recuperar y uno de los puntos de contacto entre las poblaciones de Yungas y el Gran Chaco Salteño.
Mantener la selva en pie y poner fin a las actividades que atentan contra la supervivencia de nuestros yaguaretés es el desafío que tenemos por delante.
